La salud mental no es sinónimo de locura.
Sin aviso anticipado ni preparación, de una semana a otra las cosas cambiaron. Las escuelas cerraron y los niños se emocionaron por tener “más vacaciones”, los adultos se preocuparon, pues ahora quién cuidaría de sus hijos, pero no pasaron muchos días para que también nos mandaran a casa, a algunos a trabajar y a otros solo les desearon suerte. Comenzamos a platicar a través de pantallas, nos apresuramos para terminar pendientes que tuvieran que hacerse fuera de casa y nos preocupamos por tener un búnker listo con provisiones para comenzar la cuarentena.
Personalmente, me preparé para esta cuarentena muchas semanas antes que mis amigos y mi familia, porque tenía miedo de que la famosa enfermedad nos alcanzara, comencé mis compras poco a poco y organizadamente hice una lista de lo que necesitaba para sobrevivir algunos meses sin salir de casa. Leche, sopas, arroz, toda clase de alimentos no perecederos, productos de limpieza, de higiene personal, papel de baño, por supuesto, pero cuando mencioné “plantas y una hamaca”, todos me juzgaron de exagerada. Nadie entendía porque eso era parte de la lista de supervivencia, pero yo pensaba “vivo sola, necesito algo que me alegre mis días”.
A pesar de ser una persona que le gusta mantenerse ocupada y hacer mil cosas al día, me he dado cuenta de la importancia de darme breaks para estar conmigo misma, conocerme y por qué no, darme ciertos gustos. Eso me ha ayudado a tomar en serio mi salud mental y entender que el hecho de preocuparme por mi equilibrio interno, de hablar con alguien cuando lo necesito o de observar que mejora mi estado de ánimo o lo empeora, no me convierte en un hippie que frecuenta las ceremonias de ayahuasca, sino que me ayuda a tomar mejores decisiones, mejora mis relaciones sociales y sobretodo mi bienestar.
Y es que a veces no le damos importancia a nuestra salud mental. Las meditaciones nos pueden parecer algo raro, las visitas al psicólogo para algunos es considerado solo para “locos” y darnos tiempo para reflexionar de “gente que no tiene nada que hacer”. Pero nuestra salud mental no es algo superficial, afecta nuestra manera de pensar, de sentir, de actuar, de relacionarnos con otros y de tomar decisiones. Es decir, define quienes somos emocionalmente, psicológicamente y socialmente.
Ahora que llevamos más de dos semanas en aislamiento, que ya usamos todos filtros Snap Camera en Zoom para parecer verduras o animales y que la situación pasó de ser algo divertido, a convertirse en en una realidad llena de incertidumbre y cambios inesperados, estamos expuestos a sufrir cambios de humor, mayor ansiedad, estrés y problemas sociales con las personas que viven en nuestro hogar. Es por eso, que así como esta enfermedad nos está enseñando a lavarnos las manos correctamente, también debemos aprovechar para aprender a conocernos y comenzar a aplicar estrategias que nos ayuden a manejar nuestro bienestar durante el aislamiento y después de esta cuarentena.
"…nuestra salud mental no es algo superficial, afecta nuestra manera de pensar, de sentir, de actuar, de relacionarnos con otros y de tomar decisiones.”
Para conocer la opinión de un experto me acerqué a Elien Pérez, psicólogo egresado del Centro Interdisciplinario de Ciencias de la Salud del Instituto Politécnico Nacional, quien tiene 9 años de experiencia en la rama terapéutica y educativa. También es gerente de operaciones educativas de la fundación Rincón para la Salud y la Educación, A.C., la cual recolecta donativos de insumos médicos en especie o económicos para diferentes hospitales y diseña actividades de ciencia en casa.
Tuvimos una charla con Elien sobre la importancia de nuestra salud mental, así como sobre estrategias que podemos llevar a cabo para manejar situaciones de estrés, depresión o cambios de humor.
Andrea De la Peña: ¿Cómo nos puede afectar psicológicamente el aislamiento a largo plazo?
Elien Pérez: Para empezar, es bien importante que tengamos conciencia de que cada uno va a reaccionar de forma diferente y es muy importante que cada uno se conozca para saber cómo reaccionamos ante distintas situaciones.
En una situación como está que implica distanciamiento social y aislamiento, se podrían experimentar principalmente ansiedad, preocupación o miedo, ya sea respecto a su propio estado de salud, la salud de personas con las que interactúan, como familiares y amigos, incertidumbre respecto al trabajo y a nuestros ingresos o preocupación por mantener el flujo constante de insumos para la familia. También se puede presentar molestia hacia las personas que hacen caso omiso de las medidas de higiene y sentir la necesidad de tener todo el control sobre las acciones propias y de otros.
La acumulación de estas o más sensaciones, puede desencadenar en el probable desarrollo de síntomas depresivos como desesperanza, irritabilidad, cambios en el apetito, alteraciones del sueño, aburrimiento, frustración, sensación de improductividad, aislamiento, hasta situaciones como, el deseo de consumir alcohol y fumar en mayor cantidad o consumir sustancias nocivas para sobrellevar esta situación.
“..es importante hablar de nuestros sentimientos con alguien de confianza o acercarse a profesionales, aunque a veces por situaciones de cultura no expresamos lo que sentimos…”
Andrea De la Peña: ¿Y qué podemos hacer al respecto?
Elien Pérez: Primero, hay que recordar que todas las personas hemos pasado por algún momento de estrés y es importante hablar de nuestros sentimientos con alguien de confianza o acercarse a profesionales, aunque a veces por situaciones de cultura no expresamos lo que sentimos, por ejemplo, padres de familia que quieren transmitir seguridad a sus hijos y evitan expresar el miedo. Pero el hecho de guardarnos nuestras emociones puede traer consecuencias como ansiedad, frustración e incluso la somatización de ciertos síntomas que se relacionan con el coronavirus. Por eso, hay que prestar mucha atención tanto a uno mismo, como a las personas que nos rodean, pues en cuanto ese estrés o esa ansiedad rebase la capacidad de una persona al grado de impedir que realice ciertas actividades como dormir, incluso, puede desencadenar pensamientos suicidas.
Por otro lado, hay que reflexionar que lo que me estresa son las posibles situaciones en el futuro y no estoy pensando en cómo afrontarlo en el presente, por eso creo que situaciones como esta nos invitan a hacer un ejercicio de introspección para entender cómo manejo este tipo de situaciones y comenzar a llevar a cabo acciones que nos beneficiarán en un futuro.
Andrea De la Peña: ¿Qué estrategias podemos implementar para no caer en esas depresión o algo peor?
Elien Pérez: Para evitar estas situaciones podemos añadir a nuestra rutina otra actividad que nos interese. Evitar la monotonía, realizar actividades variadas y sobretodo que me generen gusto y placer.
Evitar el sedentarismo extremo y tener la mente desocupada. No solo ver youtube o netflix, porque está padre ver una película, pero podemos hacer algo más, siempre y cuando uno quiera o lo desee. Puede ser un buen momento para comenzar un proyecto que ya tenía en mente o plantearse una meta, más allá del aspecto laboral, algo que yo quiera hacer. Además de fijarse un tiempo adecuado y realista, para cumplir ese objetivo.
Podemos dedicar un tiempo realizar alguna actividad física y comenzar con rutinas básicas (si no hacíamos ejercicio antes), esto puede ayudar a disminuir el insomnio, canalizar el exceso de energía y reducir los niveles de estrés. También es importante mantener una alimentación adecuada, para evitar un desbalance en mi rutina y así evitar afectar nuestra memoria, la percepción que tenemos de las cosas y el rendimiento. Pero sobretodo, mantener un horario y respetarlo, para que cuando regresemos no nos cueste trabajo retomar la rutina.
Andrea De la Peña: Y ya que llevamos más de 3 semanas en cuarentena ¿Qué podemos hacer si ya nos sentimos atorados en este tipo de problemas?
Elien Pérez: Lo más importante es expresarlo con alguien de confianza o acercarse a profesionales de la salud. Entender el trabajo que realiza un psicólogo y cómo nos puede ayudar, no verlo como al especialista al que acudimos cuando las cosas ya están muy mal. Actualmente, en la Ciudad de México, como en muchos estados de la República, existen líneas telefónicas de atención psicológica gratuita con las que se pueden contactar aquellas personas que lo necesiten y puedan recibir un acompañamiento emocional a lo largo de este proceso.
Andrea De la Peña: ¿Hay alguna otra recomendación que sea importante?
Elien Pérez: Ser tolerantes, entender que no tenemos el control total sobre lo que hagan otras personas, como los que no siguen las medidas de seguridad y así reducir esta ansiedad. Informarnos y conocer lo que es la salud mental. En la página web del IMSS hay una sección de salud mental y en la página de la UNAM también tienen una línea telefónica de atención psicológica. También colaborar, en la medida de lo posible, con aquellas instituciones que estén apoyando a sobrellevar estas situaciones.
Después de la plática con Elien, me quedó con la idea de que las emociones y sentimientos no son fantasía ni caprichos, son una parte importante de cada persona y así como nos preocupamos cuando sentimos dolor de panza o un resfriado, de igual manera hay que tomar en serio cuando las emociones nos rebasan y hablar de ello con la misma naturalidad que tenemos para decirle al doctor que algo anda mal. La salud mental no discrimina, niños y adultos, hombres y mujeres, todos tenemos esta parte emocional que es única en cada persona y que conforma nuestra manera de ser, por lo que estar informados puede ser una herramienta muy importante para manejar diversas situaciones, aunque no estés loco.
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En los siguientes posts compartiremos el resto de mi conversación con Elien.
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